jueves, 29 de mayo de 2014

Ya no valen las excusas


Francisco González de Tena, doctor en Sociología y actual presidente de la Federación Coordinadora X 24 (de asociaciones de Víctimas por el Robo de Niños en España)


Tras la primera oleada de análisis poselectorales de las Elecciones del 25 de mayo, puede ser de interés echar una ojeada a las verdaderas posibilidades en el inmediato Parlamento Europeo, siempre respetando criterios más acertados como es lógico.

Parece que las miradas se dirigen a los grupos políticos nuevos, tanto desde lo que tradicionalmente se considera como ultras (en los límites del arco parlamentario) como directamente contrarios a la estructura misma de la UE. No es ese el ámbito de reflexión que persiguen estas líneas.  Los verdaderos núcleos de poder que van a llevar el peso de las iniciativas parlamentarias y las estrategias legislativas pivotan, de forma inevitable, sobre dos únicas coaliciones, si bien con frágiles conexiones internas al obedecer a contextos originarios y nacionales muy diversos y con intereses a veces incluso contrapuestos. Salvando esos hilos internos, para simplificar lo que sin duda requeriría un análisis más afinado, podemos identificar a esas dos fuerzas como PPE (Partido Popular Europeo) con 275 escaños y APS (Alianza Socialistas-Progresistas, es decir los Socialdemócratas Europeos) con 195 escaños. Al margen de estas dos grandes formaciones se situaría ALDE (Alianza de Liberales y Demócratas) con 85 escaños. 

Esto, además de dibujar un panorama parlamentario complicado al existir no menos de otros cinco grupos ideológicos diferenciados (aunque complejos en su propia composición interna), nos pone sobre la pista de una exigencia de clarificación que nos atañe por las consecuencias que el resultado electoral ha traído para el PSOE. Y es que ya es inaplazable que en ese foro europeo se decante claramente de qué lado se va a situar la acción política de los socialdemócratas españoles y, por extensión inevitable, los europeos en general. La socialdemocracia nació como una forma de cortafuegos ante el auge de las demandas de una radical transformación social, gestionando las propuestas sociales que no pusieran en peligro al capitalismo pero, al mismo tiempo, procurando avances sociales asumibles para las economías de mercado y sin que esto supusiese una desestabilización de las mismas. 

Tras la destrucción de los controles financieros y la voladura de las conquistas sociales, respectivamente ejecutadas por Reagan y Thatcher, la mesa ultraliberal estaba servida para la voracidad insaciable de los especuladores. La desastrosa situación actual es una verdadera herencia de hierro de estas políticas. Una mirada objetiva a las recientes “recetas” que han vuelto a poner sobre una mesa arrasada los enviados del Banco Mundial a España, nos evidencia esto entre una tempestad incontrolada de agresiones a la estructura social de los países tomados como rehenes de particular contra revolución de las finanzas depredadoras. 

Este brutal desmantelamiento de las conquistas sociales, con mayor énfasis en Europa, ha contado con la actitud política de comparsas acobardados de los socialdemócratas, que no han sabido ni querido (por un conservadurismo impropio) poner coto a tanto desmán de latrocinio incontrolado. De todos estos polvos acumulados son los lodos que hoy ahogan a los socialistas españoles, especialmente aunque no sólo. Y ante esto ¿qué puede demandar en justicia la ciudadanía española de estos representantes en el Parlamento Europeo?.

La tarea, inaplazable y vital, que se le presenta al nuevo Parlamento de la UE es de tal magnitud que se antoja casi imposible, a la vista de la falta de eficacia acreditada que Europa ha demostrado en los últimos tiempos. Temas como la unificación fiscal, el papel de legítima intervención sobre la economía real y la adecuación monetaria del BCE (hasta ahora prácticamente inédito), la puesta en marcha, de una vez, de una política exterior coordinada de Europa, la apuesta decidida por energías renovables (que garanticen millones de puestos de trabajo ecológicos, y de alta rentabilidad para garantizar la autonomía energética y la paliación del ya irreversible cambio climático) unida a un verdadero programa de ayudas a la investigación en campo tan rentable, serían áreas para una acción política que demostrase a los electores de qué lado están los socialistas electos en Europa. Es evidente que, aunque estos y otros muchos aspectos hayan figurado en la letra pequeña de los programas electorales de los partidos con mayor tirón popular, nada de estas imperiosas demandas sociales serán posibles, y ni siquiera ser planteadas, sin una actitud políticamente inequívoca de la socialdemocracia. El tan manido como deseado frente social amplio para regenerar la labor insustituible de la Política, como ámbito y ejercicio, tendrá su escaparate en lo que al respecto hagan (o impidan, aliándose una vez más con el ala conservadora o plegándose a los lobby) los socialista europeos en el Parlamento, y en especial por su lamentable situación los españoles. Si todo se reduce, otra vez, a permitir que los ilegítimos mercados sigan haciendo de las suyas, el PSOE pasará a la Historia de la Política como un intento fallido de darle voz a una sociedad a la que una vez dijo representar.

viernes, 23 de mayo de 2014

Europa y los intelectuales

Luis García Montero, nuestro compañero poeta y Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada.

Articulo publicado el 22 de mayo de 2014 en publico.es:

http://blogs.publico.es/luis-garcia-montero/1062/europa-y-los-intelectuales/

La intervención de Miguel Arias Cañete después de su debate con Elena Valenciano animó una campaña electoral triste. Como es lógico, muchas mujeres se han indignado con la exaltación machista de su enorme capacidad intelectual frente a las pobres ideas de su contrincante femenina. Lo que me extraña es el silencio de los intelectuales. ¿Arias Cañete uno de los suyos? ¿Una superior capacidad intelectual?

La cultura, la Universidad, la ciencia y las artes españolas no viven una situación fácil, ya se sabe. Las cosas se han puesto muy complicadas con los recortes en investigación, la pobreza de las inversiones en educación, la asfixia de las bibliotecas y la subida espectacular del IVA en el mundo del espectáculo. Ofrecer al señor Arias Cañete como modelo de capacidad intelectual puede ser el diluvio que colme el mar y provoque el naufragio definitivo.

Si ustedes se fijan en el cartel electoral del candidato conservador que cuelga por las calles de España, podrán comprobar que Arias Cañete no es el único responsable de sus desafortunadas declaraciones. Los estrategas del PP nos ofrecen en un azul penumbrosos y pensativo la imagen de un filósofo griego. Medita con gafas de despacho universitario moderno y mira hacia el siglo XXI. Frente a la demagogia de la protesta y a la ingenuidad de las utopías, Arias Cañete parece conocer, más allá de toda presión sensible, el noúmeno de Europa. Él lo sabe todo, consigue unir la sustancia con el accidente, lo trascendental con lo empírico, las esencia con la existencia, la especulación metafísica con la financiera. No es un mal planteamiento, porque la facilidad con la que los padres de Europa nos han abandonado en las mandíbulas salvajes de la especulación es un asunto que exige una gran capacidad de trato con lo oscuro.

Enfilado en el camino de la capacidad intelectual por orden de sus asesores, al señor Arias Cañete se
le fue el asunto de las manos en una mañana de cansancio. Pensar cansa, pensar agota hasta el punto de que el hombre se vio en el trance de explicar que intentaba no abusar de sus enormes capacidades intelectuales para no parecer machista delante de una mujer. Hizo un uso inoportuno de su estrategia electoral de fondo, de su azul metafísico y sus gafas de sabio.

Hizo también un uso sincero de la ética y la historia de su partido. Después de la derrota inesperada del Real Madrid ante el Maccabi de Tel Aviv, se extendieron por Twitter unos mensajes racistas escalofriantes. ¡Esto con Hitler no hubiese sucedido! No es para criminalizar las redes sociales, pero es muy triste. Lo que no sé es por qué nos llaman la atención este tipo de actitudes en una España cansada de oír esto no pasaba con Franco. La derecha española ha sido incapaz de distanciarse de Franco, el aliado de Hitler, el forjador de la División Azul, un azul místico mezclado con el olor de las cámaras de gas y el amanecer de los fusilamientos.

Hay cosas que no pasaban con Franco. Nadie se escandalizaba entonces de que las mujeres fuesen más tontas que los hombres. Para convivir con Arias Cañete, y con el arzobispo de Granada, editor de un libro titulado Cásate y sé sumisa, será bueno recordar un ensayo de Carmen Martín Gaite titulado Usos amorosos de la posguerra española (1987). Todo está muy bien explicado, incluso para que lo entiendan mentes menos privilegiadas que la del candidato conservador.

Arias Cañete está hundido. No le preocupa mucho la reacción del electorado español, porque duda, quizá con razón, de nuestra capacidad intelectual. Pero tiene miedo de que el machismo haga inviable la carrera de su saber en el noúmeno de Europa. Y eso sí es un problema.

Claro que el asunto de la dignidad de las mujeres no se acaba en el machismo de Cañete. Las mujeres, además de mujeres, son ciudadanas, trabajadoras, políticas, personas… No entiendo muy bien por qué Elena Valenciano ha sacado a pasear en su campaña a Manuel Valls, responsable socialdemócrata de la política austericida en Francia y cara dura del racismo galo contra una muchacha rumana de la raza calé. Tampoco entiendo la fascinación por Martin Schulz, el candidato socialdemócrata a la Presidencia de la Comisión. Este hombre llegó a la Presidencia del Parlamento Europeo por un pacto con el Partido Popular y, en alianza con Angela Merkel, prepara medidas para expulsar de Alemania a los ciudadanos europeos sin recursos.

Ay, ay Europa, pobre España. El libre movimiento de capitales es más importante que la libertad de sus ciudadanos. Quizá tenga razón Arias Cañete. Su capacidad intelectual debe ser muy superior a la mayoría de las mujeres y de los hombres de Europa. Es la única forma de entender por qué la gente lo vota a él, a sus socios y a sus socias.

domingo, 18 de mayo de 2014

Hagáis los que hagáis, siempre ganamos los mismos

Pedro Chaves Giraldo. Portavoz de Izquierda Abierta Madrid, Profesor de Ciencia Política y miembro de Econonuestra.

Articulo publicado en blog Econonuestra de publico.es el 17 de mayo

En tiempos de campaña electoral, las encuestas son un arma de guerra usada por todo el mundo con mayor o menor empeño y profesionalidad. Naturalmente, no es que los partidos políticos escriban los resultados de encuestas ficticias: eso se hace a través de encargos ad hoc que suelen expresar con bastante exactitud los intereses estratégicos de algunos partidos, particularmente de los grandes, pero no solo. En estos días hemos leído datos inverosímiles de encuestas que realizan proyecciones de escaños con apenas 500 encuestas telefónicas en todo el estado.

En una situación tan móvil, inestable e incierta como la actual, cuando el 49,3% del electorado se muestra indeciso respecto a quién votar, puede pasar cualquier cosa. En ese espacio de indecisión las estrategias electorales pueden cosechar réditos y hacer que la balanza de las expectativas se incline a su favor.

En este artículo, me referiré exclusivamente a los datos que ofrecen las dos últimas encuestas del CIS de abril y mayo de 2014.

El primer dato importante se refiere, precisamente, a esta situación de profunda inestabilidad política y elevadas posibilidades de resultados insospechados. No obstante, las probabilidades de voto de aquellos/as que han decidido votar pero que no saben por quién (casi ocho millones de ciudadanos/as) no se reparten ni aleatoria ni caprichosamente. La indecisión se concentra entre votar al PP o al PSOE (14,3%); votar al PP o a la UPyD (2,7%); votar al PSOE o a IU/ICV/Anova (6,9%) o votar al PSOE o a la UPyD (2,5%). El resto de valores no parece muy significativo.

Otro dato relevante es el de los cambios en la fidelidad de los votantes, es decir la posibilidad de cambiar de partido. Los datos dicen que los niveles de fidelización tanto del PSOE como del PP son inusualmente bajos (apenas superan el 50%) en comparación, por ejemplo, con Izquierda Unida: 70,6% (inusualmente altos).

Por otra parte, la decisión de votar se va a sustanciar en relación con los temas nacionales: un 67,1% del electorado reconoce que su decisión de votar tendrá en consideración esos factores por encima de las cuestiones estrictamente europeas, aun cuando existe una conciencia extendida y asumida de la importancia de la UE para nuestras vidas y del Parlamento Europeo mismo (para un 83% de los encuestados, las medidas que se toman en Europa son muy o bastante importantes).

Sabiendo entonces que la partida se va a disputar en el terreno de lo estatal-nacional, conviene considerar los tres clivajes más significativos alrededor de los cuales se está articulando el debate político: el eje izquierda-derecha; el eje dentro-fuera del sistema (la representación de la desconfianza política); el eje centro-periferia. El desplazamiento de la agenda hacia estos ejes es lo que más cambios puede producir, considerando el hastío y la desconfianza de los españoles hacia la política y los partidos.

Por otra parte, la valoración de la gestión por parte del gobierno y de la oposición señala la fragilidad del PP y el hundimiento del PSOE a unos niveles desconocidos. En términos agregados, el 86,4% de los encuestados desconfía de Rajoy; pero esta cifra se incrementa hasta el 90,5% en el caso de Rubalcaba. En términos desagregados, el 58,6% de los votantes del PP tienen poca o ninguna confianza en el presidente del gobierno frente al 39,9% que tienen mucha o bastante confianza. En el caso del secretario general del PSOE, un 76,1% de sus votantes tiene poca o ninguna confianza en él, frente a un 22,6% que sí confía. Son datos demoledores para el PSOE y preocupantes para el PP. El Partido Popular puede manejar a su favor un cierto cambio en la percepción de la evolución de la crisis. Parece, sin embargo, que la estrategia de apoyarse en ese cambio en las perspectivas para mejorar sus perspectivas electorales no ha dado resultado hasta el momento.

La fragilidad e incertidumbre juegan en sentido contrario a los intereses de los dos grandes partidos, y especialmente del PP por su condición de partido de gobierno. Aún más si compartimos un dato de la realidad electoral en nuestro país: las elecciones europeas, elecciones de segundo orden, han producido resultados electorales muy similares a los que luego resultan en las elecciones de primer orden (las generales, autonómicas y locales). Por eso estas elecciones son tan importantes y existe una posibilidad real de abrir un ciclo político y electoral, pero también de malograr esta oportunidad.
La apertura del ciclo implicaría una modificación sustancial –o percibida como tal- de los resultados de estos comicios: crisis manifiesta del bipartidisimo; incremento sustancial del tercer y cuarto partidos estatales (IU y UPyD) como alternativas al modelo bipartidista; aparición –eventualmente- de nuevas fuerzas en calidad de representación alrededor del eje dentro-fuera del sistema (como Podemos, PartidoX, Vox…). El resumen de este escenario debería hacer constar tanto la crisis del bipartidismo como la emergencia de alternativas pensables como tales por la ciudadanía.

Las expectativas de abrir un nuevo ciclo electoral, y con ello un nuevo ciclo político, fracasarían si el
resultado de las elecciones europeas hiciera posible la siguiente lectura: la crisis del bipartidismo no es tal o no alcanza niveles críticos (la horquilla de resultados para los dos grandes partidos oscila entre el 61% y 66% (según los siguientes sondeos: Metroscopia, CIS, ABC, Invimark, Sigma Dos, Demoscopia); el crecimiento del tercer y cuarto partido no es relevante y/o frustra la posibilidad de una alternativa al modelo bipartidista (la suma de intención de voto de IU y UPyD oscila entre el 14% y el 22%); la representación se fragmenta en varias direcciones, haciendo imposible una única lectura de esa fragmentación.

Si este último contexto se produjera se habría malogrado una oportunidad probablemente única de abrir una puerta real de disputa de la hegemonía política en nuestro país y, con ello, de construcción de un nuevo espacio social y político de representación que pudiera ser visibilizado como una alternativa posible por la mayoría.

Este escenario enviaría un mensaje fatal a la movilización social crítica y a las fuerzas políticas que han intervenido en ese espacio con la voluntad de representarlo: “hagáis lo que hagáis, siempre ganamos los mismos”. Un golpe a la movilización y a la conciencia crítica, sin ninguna duda. De paso se haría más pensable y asequible para una mayoría la idea de una gran coalición entre un PP hegemónico y un PSOE en retirada estratégica.

Con un panorama de elevada fragmentación, neutralizadas en el imaginario colectivo las opciones de cambio político, sería más presentable la opción de “reorientar” la situación a partir de una coalición que convocase, por sentido de la responsabilidad, a los dos grandes partidos políticos.

Quiero terminar por donde empecé: en estas circunstancias de tanta inestabilidad las estrategias electorales resultan muy relevantes, de hecho pueden ser decisivas. Las encuestas forman parte del arsenal de estas estrategias. Y, particularmente, el PP tiene una estrategia combinada que entraña enormes peligros para lo que muchos y muchas deseamos: que estas elecciones europeas contribuyan a inaugurar un nuevo ciclo político. Veremos.

sábado, 17 de mayo de 2014

El nuevo rapto de Europa: social y ciudadano

Tasio Oliver, Candidato al Parlamento Europeo por IU, Portavoz de Izquierda Abierta Córdoba y Secretario Federal Adjunto de Política Institucional de IU.

Publicado en tasioliver.eu el 16 de mayo de 2014

El pasado 12 de mayo se lanzaba el libro “Cambiar Europa: Confluencias políticas y sociales para una Europa en crisis”. Mi aportación a ese libro habla sobre la respuesta ante el cambio de Europa que está en las izquierdas. Una respuesta social, mayoritaria y efectiva, paneuropea y que trascienda el actual modelo del marco europeo. Una respuesta que debe ser nuestra apuesta, el nuevo rapto de Europa, abriendo esta Europa a la gente. Aquí os dejo con el artículo entero y os recomiendo el libro:

La eterna inflexión de las conciencias se ha roto en Europa. El continente de la lucha por la emancipación y la justicia sociales ha quebrado su esencia, y ahora desperdiga en migajas, por miles de rincones, barrios y ciudades, ese pasado maltrecho. La Europa sinónimo y encarnación de las ansias de bienestar de la mayoría social, hoy suena mal, huele peor, y es un triste remedo de lo que pretendía ser hace apenas medio siglo.

La deriva antisocial de unas instituciones desvividas por curar las heridas del gran capital financiero; de unos políticos alejados de la ciudadanía, en cenáculos escasamente democráticos; la sombra buitrera de los lobbies que sobrevuelan Bruselas, hacen que el flujo entero de nuestra calidad democrática, en primer momento, y de vida, al fin, estén pervertidos.

En ese contexto, el 22 de Marzo de 2014, las llamadas ‘marchas por la dignidad’ se unificaron en Madrid consiguiendo que España (entre 1 y 1,5 millones de españoles se dieron cita en las calles de la capital) clamase al unísono por otras políticas que no roben la dignidad a las personas y que no nos maltraten lenta y calladamente a través de unas medidas de recorte que, tras el anónimo y falso sesgo de las cifras, siegan a diario la vida de millones de europeos y europeas.

En cambio nadie ha presenciado ningún cortejo financiero, de banqueros peticionarios, que desde Barcelona, Londres o Berlín, peregrinase en 2008 hasta Bruselas para que la Unión Europea les salvase las cuentas y les tapase las vergüenzas. No hizo falta.

Las Marchas del Capital no se han dado porque esas decisiones no necesitan ni de mayorías sociales, ni del consenso y aprobación de la ciudadanía, ni de elecciones o refrendo alguno: se toman de facto, como fácticos son los poderes que inducen a, y consiguen que, líneas enteras de actuación política paneuropea sean iniciadas, reforzadas o cortadas de raíz.

Los lobbies ya hacen la debida presión, el soterrado trabajo, evidenciando nítidamente la connivencia hilada entre determinado flujo de capital y una mayoría nada desdeñable de poder político en Bruselas (o Madrid), mero siervo al cabo de intereses económicos que se remiten a la acumulación de riqueza de una minoría social en todo el continente y a la estratificación entre economías acreedores y deudores como falla insalvable entre Estados.

En este mismo contexto de hartazgo y rebeldía, este 22 de marzo, junto con la Dignidad, también se reivindicó el Agua. El día Mundial del Agua de este año, con el lema ‘Energía y agua’, nos recordaba que estos derechos básicos deben aún pelearse debido a la tendencia a privatizar o mercantilizar aún más su servicio y líneas enteras de su gestión.

En esta ocasión es gracias a ciudadanos y organizaciones sociales por toda Europa que estamos más cerca de conseguir la garantía de, al menos, uno de esos derechos, el agua, tras lograr, mediante la acción popular, ciudadana, que los servicios de abastecimiento y saneamiento de agua ‘saltaran’ de una Directiva de Concesiones que va encaminada a facilitar las privatizaciones en toda Europa.

¿Cómo? Organizados para una Iniciativa Ciudadana Europea, la Right2Water, auspiciada por sindicatos, redes ciudadanas y sociales, plataformas de operadores públicos, y otros actores sociales, se ha logrado lo que no ha conseguido ningún partido político hasta el momento: que la Comisión Europea se pronuncie sobre “la importancia del derecho humano al agua y al saneamiento como un bien público y un valor fundamental”, recalcando además que “el agua no es una mercancía”.

La Iniciativa Ciudadana Europea permite que, a partir de la firma de un millón de ciudadanos europeos, la ciudadanía participe directamente en el desarrollo de políticas de la UE. Hoy en día es absolutamente posible hacer extensivo a amplios espacios de trabajo y reivindicación social estas reivindicaciones: con carácter paneuropeo y de forma inmediata (teniendo en cuenta la existencia de certificados digitales y las enormes posibilidades que alcanzan las nuevas tecnologías), la agenda política europea puede decidirse (al menos parcialmente) desde una plataforma de empoderamiento ciudadano.

Pongo estos dos ejemplos, las marchas de la dignidad y las Iniciativas Ciudadanas Europeas que han sido exitosas hasta la fecha, como muestras de la articulación de un ‘poder ciudadano efectivo’ en la configuración de los nuevos flujos políticos de la Unión que no ha estado fomentado, de manera decidida, por ningún partido político; opino que la izquierda debe fomentar, mimar, utilizar y reivindicar como un motor más del cambio la configuración de este nuevo poder ciudadano europeo.
Hoy, la ciudadanía europea, desafecta de la vieja política y del antisocial y asimétrico modelo de integración europeo, está buscando nuevas fórmulas que consigan armar una renovada forma de practicar una respuesta social, ante el colapso del sistema partidista instaurado en la Unión y los modos de uso y organización social y económicos heredados del siglo XX (y aún XIX).

La nueva conciencia ciudadana

La nueva conciencia ciudadana en la política es una emergencia; en este renacer de la gente como sujeto de cambio, perdido después de años de machacona conversión en meros usuarios o clientes, los partidos políticos de la izquierda europea, que reivindicamos la representación del pueblo, debemos aprender a retro-alimentar nuestras formas de estar, de hacer y de ser “sujetos políticos” en la sociedad europea del siglo XXI.

Un hacer y un estar que implica no sólo observar, escuchar y transmitir, sino la voluntad firme de dejarnos participar, de transformarnos en herramientas de nueva democracia, que sirvan de forma verdaderamente útil a la mayoría social europea (independientemente de su situación económica y social); porque es un 90% de europeos el que coincide en la defensa de determinados preceptos que van encaminados, fundamentalmente, a conseguir paliar tres déficit de la actual configuración europea, tres carencias que sufrimos a la postre:

1) Un modelo socioeconómico cada vez más ajeno a la justicia social y a la sostenibilidad (heredadas de la última socialdemocracia europea pero que hoy es una amarga quimera a recuperar y cuyo desmantelamiento ya comenzó con Maastricht).

2) Un modelo de configuración política excepcionalmente asimétrico y poco democrático, que influye en las vidas de millones de europeos pero sobre el que los millones de europeos/as escasamente podemos incidir.

3)  Una indefinición absoluta de nuestro papel en el contexto y escena internacionales. 

La realidad es que la definición del modelo europeo, por la propia configuración administrativa e institucional de la Unión Europea pero también por la evidenciada connivencia de intereses entre grandes corporaciones económicas y algunos partidos/Estado, queda lejos de la ‘gente’ y, mucho menos, de concernir acuerdo para mejorar su día a día.

La desconexión abisal entre los intereses de la real politik que define el camino europeo, y el clamor de la mayoría social, que quiere transgredir esa senda, hoy es una falla insalvable. El pueblo sabe, y grita, sobre todo en el sur, contra la encerrona sin solución de la moderación del déficit; contra la pantomima de la competitividad empresarial; contra esas instituciones y sus modos.

Está pues abonado el terreno de la desafección para que el fantasma de un renovado euro-nazismo campe a sus anchas… El peligro es el discurso antieuropeísta trascendido de la derecha más radical, cuyo lenguaje directo a la víscera, está más cerca de tensionar el main stream de la Unión que la narración de un cambio en Europa por motivos de clase…

¿Y la respuesta? La tenemos las izquierdas; en forma de unidad, de asunción de nuevos roles, ejemplificado en la puesta en marcha de nuevos procesos, que generen liderazgos diferentes. Una respuesta social, mayoritaria y efectiva, paneuropea y que trascienda el actual modelo del marco europeo; y esa debe ser nuestra apuesta, el nuevo rapto de Europa, abriendo esta Europa a la gente.

Abrir Europa y armar un nuevo rapto de Europa: el de la izquierda

La realidad de aquella Europa de esperanza hoy ha devenido en dolor, siendo más sangrante que nunca esa dolencia. Digamos basta; abramos Europa, definámosla de nuevo; marquemos el paso del nuevo escenario. Digamos, ahora, más Europa, pero distinta, diferente, casi opuesta… Mejor.
Abrir Europa a los ciudadanos es hoy, pues, esencial si queremos salvar y fomentar, desde una concepción radicalmente distinta al del actual modelo, el renacer de un europeismo integrador y social, sostenible y humanista.

Utilizar las herramientas que ya tenemos sobre la mesa para cambiar la agenda del debate político europeo, es una prioridad; habilitar otras puertas de entrada que transformen políticamente la cultura dominante y que potencien el cambio necesario de modelo, es parte del camino; y trabajar por la configuración de un frente paneuropeo, amplio, de la izquierda social y política, que abogue por más Europa pero recuperando su esencia social y redefiniendo el pacto social que auspicie su crecimiento, es el paso que debemos marcar.

En ese escenario, las posiciones políticas de la izquierda divergen, y hasta el solo efluvio de recuperar determinadas dinámicas socialdemócratas parece revolucionario, suficiente, algo… Pero no lo es; el reto es acerca de dibujar un nuevo horizonte, por completo, el nuevo escenario de una Europa renovada; nuevas normas, nuevas instituciones, nuevos actores. No hay más.

Pero este nuevo relato que tenemos que tensar entre todos/as, no dará sus frutos, ni movilizará a una mayoría social paneuropea, si no articula un triple discurso, al menos: 1) Obvio, la recuperación necesaria de políticas que incidan en la redistribución de la riqueza y la intervención económica por el bien de la mayoría, y el medio 2) Una apuesta clara por la redistribución del poder, la recuperación de derechos ciudadanos y la creación de espacios de democracia participativa 3) Una asunción de máximos sobre la corporeidad democrática de la Unión: proceso constituyente o al menos conclusión del “consenso de la transacción”.

Ante la inconexa muerte de las instituciones europeas, manijeras de causas e intereses, algunos, debiéramos ser todos, decimos más Europa, pero una Europa radicalmente social, profundamente democrática y esencialmente participada y solidaria.

jueves, 15 de mayo de 2014

¡Felipe González dice la verdad!

Luis García Montero, nuestro compañero poeta y Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada.

Articulo publicado el 15 de mayo de 2014 en publico.es:

http://blogs.publico.es/luis-garcia-montero/1054/felipe-gonzalez-dice-la-verdad/e-mayo/

La campaña electoral se parece mucho a un bombardeo de consignas, declaraciones, descalificaciones, promesas, polémicas, rumores, demagogia y fuegos artificiales. Europa queda bajo los escombros del bombardeo. Falta por saber si aparecerá viva o muerta, si es ya cadáver o hay posibilidad de salvarla. No cabe duda: por muchos escombros, por muchas distracciones y manipulaciones que se acumulen, Europa está debajo.
Pongo un solo ejemplo, porque creo que es un acontecimiento histórico que ha sucedido en la última semana: Felipe González ha dicho una verdad. Desde que tengo uso de razón, y por edad me tocó la razón ante que la democracia, no había oído nunca a Felipe González decir una verdad. De hecho es un ejemplo acabado del cinismo político que configura la razón de Estado posmoderna.
A los ciudadanos concebidos como niños, se les puede tratar con mentiras piadosas. Aunque las formas exigen la representación electoral, el verdadero poder, el que conviene, el que sabe, el que lleva el timón, no puede dejarse en manos del pueblo. Está bien donde está: en las altas esferas. Por eso es necesaria la rutina del engaño.
Felipe González vivió momentos de gloria con el asunto de la OTAN. Fue una obra de arte utilizar en 1982 el no  a la OTAN para conseguir un Gobierno que tenía como una de sus tareas prioritarias el sí a la OTAN. La manipulación mediática que se volcó más tarde sobre el referéndum de 1986 fue un curso acelerado de degradación democrática. Pero si dejamos a un lado las actuaciones estelares, podremos valorar la importancia de la rutina: la mentira como equipaje imprescindible del Gobierno. Hizo escuela en la Moncloa y en esas seguimos.
Que Felipe González era partidario de una gran coalición entre PSOE y PP resultaba previsible. De hecho llevaba tiempo trabajando en este proyecto con el apoyo de algunos grandes nombres del periodismo y la banca española. Parece lógico, se trata de un capítulo más de la fascinación de Felipe González por el mundo del dinero y de su desprecio por cualquier izquierda que no acepte ser un brazo político del Banco de Santander. Quiere un PSOE que no mire a la izquierda, sino que se dedique a consolidar el sistema.
La gran coalición evidencia así que el PSOE, según Felipe, tiene más que ver con el PP que con IU. Las soluciones a la crisis deben venir de una reafirmación de votos con el mundo del dinero, el abrazo que caracterizó el glamour de sus gobiernos y que ha definido después su jubilación y sus viajes por el ancho mundo y por los consejos de administración.
Así que no es raro que Felipe González sea partidario de la gran coalición. Lo verdaderamente significativo es que lo diga, que no tape su trabajo hacia el sí con un no para andar por los mítines. En otros tiempos, Felipe hubiese hecho como Elena Valenciano, hubiese pedido el voto para detener las privatizaciones, ocultando con una sonrisa el historial del PSOE en el afán privatizador y en el desmantelamiento del Estado.
No sé si hace falta decir que el PSOE y el PP no son iguales. Y si bajamos a la militancia de base, las diferencias son claras. La lógica del bipartidismo no consiste en que sean los mismos perros con distinto collar, sino en que sean distintos perros con un mismo collar: el predominio del poder económico heredado del franquismo. Las mentiras de Felipe González y su responsabilidad de Estado han servido por tradición para encadenar el voto socialista a las élites financieras.
Si ahora dice la verdad, no es por un descuido. Si ha disparado a la línea de flotación de la campaña electoral de su partido, es porque le interesa que no tenga un buen resultado, que no se vea a sí mismo como alternativa de Gobierno, que la tan cacareada renovación no signifique un cambio de rumbo, sino una vuelta al espíritu de la Transición. El gran pacto entre el PSOE y el PP es la versión en el siglo XXI de la Transición, un gesto esperado por el rey y la banca.
La polémica desatada por Felipe González  forma parte de los escombros de esta semana. Pero un escombro bien leído nos lleva al cuerpo sepultado. ¿Es que esta Europa de la desigualdad no es la gran obra de un pacto entre conservadores y socialdemócratas? No hablo de coyunturas, sino de la creación de una dinámica política y financiera para liquidar la soberanía popular y los Estados en favor de la impunidad especulativa.
Así que el pacto PSOE-PP no supone alterar el debate europeo con asuntos de política nacional. Supone poner el dedo en la llaga, hablar de la política que nos ha hecho desde Europa más pobres y menos dueños de nuestro destino.

 

jueves, 8 de mayo de 2014

¿Realmente sirve para algo el Parlamento Europeo?

Pedro Chaves Giraldo. Portavoz de Izquierda Abierta Madrid, Profesor de Ciencia Política y miembro de Econonuestra.

 Articulo publicado en The Economy Journal el 8 de mayo de 2014


Los mitos urbanos sobre el Parlamento Europeo son tan numerosos o más que sobre la vida de otras instituciones representativas. Su lejanía y las dudas sobre su utilidad le han mantenido alejado del foco de las críticas más acervas contra la profesionalización de la política, pero tampoco ha escapado de las mismas.
 
Y una buena parte de esas críticas son más que razonables y justas.

De hecho, hasta ahora, la mayoría de los grandes partidos han utilizado el Parlamento Europeo como lugar en el que “retirar” a sus activos políticos gastados o jubilables, ofreciéndoles un lugar cómodo y tranquilo, bien remunerado y alejado de los molestos focos de la opinión pública y, a veces, hasta del trabajo mismo.

Y sin embargo el Parlamento Europeo es un instrumento esencial en una estrategia de cambio político en Europa. Con todas sus limitaciones, el Parlamento es la única institución que goza de la legitimidad popular y, por ello, puede convertirse en una poderosa caja de resonancia de la movilización y resistencia social contras las políticas austericidas y contra la gestión oligárquica de la crisis.

Y eso es así, sobre todo, porque lo nuevo de esta crisis es que ha colocado en el centro del conflicto la legitimidad del proceso de integración europea. Es decir, su utilidad, su estructura decisional, sus perspectivas. La crisis ha traído de la mano una politización inesperada -por su velocidad- del proceso de integración. Y ha hecho real el debate sobre alternativas a la situación actual. Mientras que los especialistas discutían sobre la conveniencia de la politización del proceso de integración, dando por hecho que se trataba de una opción entre algunas más, ésta se ha colado por la puerta grande sin preguntar a los que dicen que saben.

El Parlamento Europeo forma parte de una estructura institucional anómala en las democracias representativas. Frente a la división de poderes tradicional la Unión Europea está dividida en dos ramas que dibujan un cuadrado institucional: la rama ejecutiva formada por la Comisión Europea y el Consejo Europeo y la rama legislativa por el Parlamento y el Consejo aun cuando, la Comisión es la que dispone de la iniciativa legislativa. Como vemos una articulación compleja que hace que el proceso de toma de decisiones sea largo, complicado y escasamente comprensible.

Es común decir que el Parlamento Europeo ha sido la institución que más poder ha ganado desde Maastricht, pasando de ser una “institución florero” a ejercer capacidades de codecisión y bloqueo.

Y aunque sigue siendo una institución disminuida en sus capacidades de control y de iniciativa, las reformas de Niza y Lisboa han mejorado el margen de maniobra que permitiría hacer más visible la labor política realizada o por realizar en el Parlamento Europeo. A través de los mecanismos del proceso legislativo ordinario; el dictamen conforme o el dictamen obligatorio conforme el Parlamento puede mejorar su papel como actor político en la discusión sobre el futuro del proceso de integración. Y, especialmente, el debate que se suscitará alrededor de la elección del Presidente/a de la Comisión permitirá generar una auténtica controversia política alrededor de los diferentes modelos y proyectos sobre los que pensar el futuro de la Unión.

Cosas que el Parlamento Europeo podría hacer
 
Habría que decir que el entramado institucional produce y reproduce el déficit democrático crónico que padece la construcción europea desde sus orígenes. Y que ninguna reforma parcial o menor logrará reducir esa brecha democrática que cuestiona permanentemente la legitimidad de las decisiones tomadas por las instituciones europeas.

Así es que la refundación democrática de la UE es una exigencia en los tiempos de desconfianza y crisis de legitimidad. No obstante se pueden acometer reformas parciales que, al menos, minimicen el daño y orienten la perspectiva de un cambio sistémico. Por ejemplo, atribuir competencias legislativas al Parlamento o incorporar la Unión Económica y Monetaria a las capacidades de control parlamentario. O exigir un procedimiento único en toda Europa de participación estatal en los Consejos de modo que se asegure que los parlamentos nacionales conocen lo que van a hacer sus gobiernos en la UE. O bien, crear un encuentro interparlamentario regular entre los parlamentarios nacionales y los parlamentarios europeos, de modo que pueda discutirse sobre iniciativas legislativas etc.

Además de eso, es posible usar algunos de los instrumentos que el Tratado de Lisboa ha habilitado para dar visibilidad tanto a la resistencia como a la propuesta.

Entre ellas la Iniciativa Ciudadana Europea, una invitación para que la Comisión Europea proponga un texto legislativo en alguno de los ámbitos de competencia de la UE. Las iniciativas ciudadanas deben recibir el apoyo de, al menos, un millón de ciudadanos de siete de los veintiocho Estados miembros de la UE, alcanzando un número mínimo de firmantes en cada uno de ellos. A fecha de hoy una ICE sobre el agua y su condición de bien público ha conseguido el número de firmas suficientes para continuar el procedimiento.

Huelga insistir en las limitaciones de este procedimiento y afirmar que está muy lejos de significar ningún salto de calidad en la participación ciudadana en la construcción europea. Dicho lo cual y en este contexto de crisis de legitimidad, esta posibilidad puede contribuir tanto a hacer visible el rechazo como las alternativas. Y debe ser considerado con toda seriedad.

Resulta relevante conocer que las dinámicas de votación en el Parlamento Europeo reflejan, precisamente, esa lógica de articulación del conflicto político que se observa, también en nuestras democracias nacionales.
La coalición más significativa, populares y socialistas

Un estudio de la dinámica parlamentaria en los últimos diez años nos dice de las oportunidades que surgen en la nueva legislatura: la coalición de acuerdo en votaciones más importantes en el PE es la que se ha dado entre el GUE (el grupo de la Izquierda Alternativa) y los Verdes, un 79,3% de las veces. Y el acuerdo entre el GUE y el grupo socialista: un 72% de las veces. Hay que señalar que los socialistas y los populares han votado juntos un 64,5% de las ocasiones. Bien es verdad que en las cuestiones sustanciales (economía, finanzas etc.) la coalición más significativa es la que comparten populares y socialistas. No es extraño, ambas familias han sido las impulsoras y protagonistas de este proceso de integración y, particularmente, desde Maastricht, las que han defendido con mayor ahínco las lógicas de privatización y desregulación impulsadas y promovidas desde la Comisión Europea con el objetivo de propiciar la creación de un mercado único.

Por otra parte la irrupción en varios países de partidos claramente xenófobos y anti-proceso de integración producirá, sin duda, una nueva agenda política y hará mucho más visible el conflicto respecto a cuestiones esenciales de la vida política en la UE.

Esto significa que en la próxima legislatura el Parlamento será novedosa y, en muchos aspectos, imprevisible.La crisis ha hecho visible que la construcción europea es un juego en el que unos ganan y otros pierden. Y las lógicas económicas puestas en marcha desde Maastricht y acentuadas en la gestión de la crisis implican un deterioro de las condiciones de vida para la mayoría insoportables, especialmente, pero no solo, en los países del sur o de la periferia económica de la UEM, entre ellos España.

Estas elecciones y el futuro Parlamento Europeo pueden y deben jugar un papel muy importante como institución que hace visible la resistencia y la propuesta. Esta vez, discutir de Europa es una necesidad.

sábado, 3 de mayo de 2014

Un dos de mayo

Luis García Montero, nuestro compañero poeta y Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada.

Articulo publicado el 1 de mayo de 2014 en publico.es:

http://blogs.publico.es/luis-garcia-montero/1027/un-dos-de-mayo/

Las guerras sacan lo peor de los seres humanos, suponen una radicalización de los bajos instintos que merodean bajo la normalidad. Parece que las campañas electorales sólo sirven ya para extremar los defectos de la política en su mentira y su mezquindad cotidiana.

Estamos en la precampaña de las elecciones europeas. Sólo hemos vivido unas pocas declaraciones y unos pocos enfrentamientos de los dos partidos mayoritarios. Y ya sentimos un infinito cansancio. Ese es el síntoma: el infinito, insoportable cansancio que provoca la política oficial en España y en Europa.

El PP y el PSOE crispan la campaña electoral con enfrentamientos muy subidos de tono en los parlamentos de España y Andalucía. Deben saber por qué lo hacen. La agresividad convoca a sus fieles. Llaman a votar a sus seguidores en nombre del rencor que sienten contra el adversario, ya que no pueden ofrecer una ilusión propia.

Pero hay algo más: esa crispación extiende entre muchos ciudadanos el desprecio, el cansancio ante el griterío inútil de la política. La crispación innecesaria es una forma de recordar que la política es espectáculo, que no sirve ya para solucionar nuestros problemas. Favorece la abstención de los que no se contentan con las peleas teatrales entre el PP y el PSOE.

Se pelean por la herencia de Zapatero, por los sobresueldos, por la corrupción, por el aborto… Pueden ser asuntos importantes, pero convertir en griterío cuestiones de política española sólo sirve para ocultar el debate sobre Europa. No quieren, no pueden decir la verdad: la construcción de esta Europa ha sido una gran estafa. Y los ciudadanos maltratados se merecen que todos digamos la verdad: esta Europa es una estafa.

La cuestión nacional es importante, pero situada en otro sentido. ¿Cómo defendemos la dignidad de los ciudadanos españoles ante la humillación económica sufrida por intereses extranjeros?.

Los ciudadanos tienen derecho a oírlo. Todos debemos decirlo: políticos, sindicalistas, intelectuales, economistas. Y quien sea responsable debe pedir también perdón. Pedir perdón porque el proceso de construcción europea ha sido un experimento político dirigido para acabar con los derechos sociales y empobrecer a la población en favor de las élites económicas.

Pedir perdón porque la Unión no sirve para defender los derechos humanos en el mundo, no sirve para borrar fronteras interiores, no sirve para que los ciudadanos europeos dejen de ser maltratados como extranjeros en Europa según su raza, su desempleo o su poder adquisitivo.

Pedir perdón porque es inadmisible que en una democracia no sirva para nada lo que votan los ciudadanos. En Europa no decide el Parlamento, sino las instituciones no votadas. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea imponen sus decisiones a los Estados. La dichosa Troika, tres personas distintas y un solo Dios: el dinero. La especulación ha empobrecido la vida de los trabajadores para acumular la riqueza de los que se dedican a mover sus capitales sobre la deuda forzada de los Estados.

Este juego lo pagan sobre todo los países del Sur. Los españoles, los portugueses, los griegos, los italianos y, ahora, los franceses, no somos vagos, no vivimos por encima de nuestras posibilidades. Somos las víctimas de una política colonial impuesta por el Banco Central en nombre de la banca alemana.

Dejemos de mentir. O se cambian las cosas o no merece la pena seguir. A los países del Sur no les merece la pena mantener la avaricia colonial del capitalismo alemán. O se aceptan las reformas necesarias e inmediatas que hacen falta para democratizar la economía europea o es mejor salirse de la moneda única y de la Unión Europea. Habrá que empezar de nuevo.

De esto es de lo que hay que discutir. Lo demás es engañar a los ciudadanos y mantener una Europa concebida como una estafa cívica.

La identidad cívica nacional es prioritaria, pero en relación con Europa. Este 1 de mayo debe tener mucho de 2 de mayo: una defensa orgullosa de los intereses cívicos de España frente a la economía especulativa de la Troika. Salir a la calle para defendernos de una injusticia extranjera y para luchar por una justicia nacional. Sin identidad solidaria es imposible una política social. Busquemos la identidad que permita la defensa de los trabajadores. Es la mejor forma de evitar un resurgimiento de las identidades de extrema derecha.

Del dos de mayo no salió en realidad el patriotismo clerical y absolutista de Fernando VII. Salieron las Cortes de Cádiz, la Constitución, la conciencia del pueblo, sus derechos como fundamento cívico de una comunidad. Eso salió. Por desgracia las élites españolas quisieron conservar sus privilegios y le abrieron las puertas a los Cien Mil Hijos de San Luis, un ejército europeo de depredadores.

Ahora parece bastar con un ejército de 3: la Troika. ¿Basta para siempre, por siempre? Empecemos por no mentir. Esta Europa es una estafa.