viernes, 31 de enero de 2014

Salvar a Siria



Teresa Aranguren, nuestra compañera periodista y escritora, especializada en Próximo Oriente

 Articulo publicado en: 

http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2013/12/27/salvar_siria_11621_1023.html



Me ha costado decidirme a escribir algo sobre Siria. No es fácil construir un argumento cuando lo primero que viene a la mente son oraciones (en el sentido gramatical por favor) adversativas, cuando a cada afirmación le acompaña un pero o un sin embargo, cuando hay más dudas que certezas, cuando lo que era o lo que pensábamos que era lo que estaba ocurriendo se ha trasformando en algo distinto, cuando el levantamiento contra la dictadura, que eso fue– y aquí no hay adversativa que limite el sentido de la afirmación– lo que ocurrió, deviene en una atroz carnicería en la que Siria, la vieja y civilizada Siria, se destruye o está siendo destruida desde dentro que es la forma más eficaz y cruel de destrucción.
Porque a estas alturas del drama, esfumado ya el espejismo de que el régimen caería pronto arrollado por la marea de las entonces triunfantes revoluciones árabes, lo que queda es la desoladora realidad del país devastado y en riesgo de caer en la espiral de la violencia sectaria.

Y cómo se ha llegado a esto? Hay quien tiene respuestas clarísimas: Todo ha sido un complot imperialista para desestabilizar Siria que, bueno, (introduzcan aquí un tonillo condescendiente tipo “qué se le va a hacer, nadie es perfecto”) es una dictadura pero es socialista, laica y sobre todo antiimperialista. En ciertos sectores de la izquierda suelen tener éxito estos análisis en los que todo cuadra en el esquema Imperialismo- antiimperialismo, todo excepto la realidad que tiene la mala costumbre de no cuadrar con los esquemas y salirse por los márgenes. No cuadra esta idea del régimen sirio como bastión del antiimperialismo, con el papel que ha desempeñado en la región desde hace varias décadas. No cuadra con su apoyo a los cristiano-maronitas en la guerra civil libanesa , o a las milicias de Amal contra los refugiados palestinos en los 80, o su integración junto a Arabia Saudí y otros regímenes árabes que digamos no destacan por su antiimperialismo, en la coalición liderada por EEUU que atacó a Irak en el 91, o, no hablemos de ayer sino de ahora mismo, con el cerco al campamento de refugiados palestinos de Yarmuk en las afueras de Damasco que desde hace semanas mantiene su ejército. Si hay un eje directriz de la política exterior del régimen de los Asad, padre e hijo, este ha sido en el ámbito regional ( libanés-palestino básicamente) el mantenimiento de su papel de árbitro entre los distintos grupos confesionales y políticos , no permitiendo que ninguno de ellos consiga una posición hegemónica; en un ámbito más global el hilo conductor sigue siendo su capacidad para establecer alianzas, cambiantes y a veces muy extrañas , que le permitan mantenerse en el poder. Entre otras cosas porque siempre se ha sabido vulnerable.

A diferencia de las dictaduras de Mubarak en Egipto y Ben Ali en Túnez, cuya base social se podría describir como más o menos nacional, la dictadura de los Asad en Siria se asienta en la lealtad de un grupo confesional, los alauitas. El ejército sirio es básicamente, o al menos en sus puestos clave, el ejército de los alauitas. Lealtad y vulnerabilidad. Quien se siente vulnerable es especialmente leal a quien le protege. O dice que le protege. Esa ha sido la gran baza del régimen ante las minorías, alauita y cristiana. Se podría decir que una cierta tensión confesional siempre ha reforzado a la dictadura. Frente a ello los movimientos progresistas y marxistas que hasta mediados de los 80 tuvieron un fuerte protagonismo en la escena política sirio-libanesa, promovían la idea de ciudadanía por encima o al margen de la pertenencia confesional. Fracasaron o fueron derrotados. Y el régimen sirio tuvo un papel decisivo en esa derrota. Pero, en fin, eso ocurrió hace mucho. ¿Y ahora?
Creo que ahora, como entonces, la política de la dictadura siria nada tiene que ver con el antiimperialismo y mucho con la supervivencia. Supervivencia en el poder, claro. Tampoco creo que su derrocamiento haya sido un objetivo prioritario de la política exterior estadounidense, quizás sí de la Saudí. Lo que explica lo fácil que le resultó a la diplomacia rusa, hacerle desistir a Obama de su anunciada intervención. Bastó con ofrecerle la ocasión de salvar la cara. Hay que reconocer el valor de esa diplomacia hábil, discreta y eficaz que es tradición en Rusia desde mucho antes de que el Sr Putin llegase al poder. Gracias a Rusia la intervención militar estadounidense quedó descartada. Pero la guerra, la terrible y cruel guerra de Siria, continúa implacable.


Para su desgracia Siria que es un país pequeño y no tiene petróleo, tiene mucho valor estratégico. De modo que lo que empezó como levantamiento ciudadano contra una dictadura especialmente brutal , se convirtió en seguida en escenario en el que grandes , medianas y hasta pequeñas potencias, globales y regionales, dirimen sus diferencias: Arabia Saudita, Catar y Turquía frente a Irán y de rebote contra su aliado sirio y de rebote también a favor de los rebeldes ; Estados Unidos, Francia, Inglaterra también frente a Irán y de rebote contra Siria y Rusia , aunque ya no tan frontalmente , al fin y al cabo en Teherán hay ahora un gobierno reformista que quiere dialogo con Occidente y en Siria hay demasiados grupos islamistas actuando y mejor no mover demasiado el terreno porque el terreno está minado.

Es cierto, el terreno en Siria está minado. Si las milicias libanesas de Hizbullah entraron abiertamente en combate en apoyo del régimen , miles de combatientes de espíritu yihadista, procedentes de países vecinos y también lejanos, lo han hecho en las filas de la rebelión. Y desde hace tiempo su papel no es de apoyo sino de mando. El Frente Al Nushra, El ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria) y otros grupos más o menos vinculados a al Qaida, se han hecho con las riendas de la lucha armada contra el régimen. Y contra quienes, también en las filas rebeldes, se oponen a ellos.

Un amigo libanés, nada sospechoso de apoyar la dictadura sino todo lo contrario, me dijo hace poco: si tengo que elegir entre el Frente Al Nushra o Bachar Al Asad , elijo a Al Asad. Era el reconocimiento de un fracaso. Y de una nueva realidad. Las líneas de separación en Siria ya no son sólo, el régimen y los rebeldes o si se quiere la revolución frente a la dictadura. Hay otros frentes: islamistas contra el régimen, islamistas contra la oposición laica al régimen, yihadistas contra infieles y el peor de todos, el frente de la violencia sectaria, hasta ahora quizás más una amenaza que una realidad. Pero quien dice que la amenaza no se cumplirá. Las cosas, contrariamente a lo que afirma el dicho, siempre pueden ir a peor.

No sé, porque no hay medio de saberlo, cuantos sirios que, como mi amigo, simpatizaron con la revuelta han cambiado de actitud, tampoco hay medio de saber cuántos por el contrario están dispuestos a continuar la lucha hasta el final. Pero sé, aunque no tenga medio de comprobarlo, que la mayoría de la población siria, los que aún se sienten a salvo en Damasco y los que sobreviven bajo las bombas en Alepo, los que apoyan al régimen y los que luchan contra él, los que han huido y los que esperan regresar, la mayoría de la población de Siria quiere por encima de todo que pare la matanza, que pare la guerra. Y ¿ Acaso no hay nadie capaz de responder a esa demanda? El recurso a La Comunidad Internacional tiene sentido si, en vez de usarse como dispensador de avales que justifiquen las intervenciones militares de EEUU y sus aliados, sirve para forzar la paz. Para eso se creó Naciones Unidas, para forzar la paz. Y hay mecanismos para ello, desde el embargo de armas total, es decir a todos los bandos, a la iniciativa política. Hay mecanismos para parar la guerra, esa es la tarea, la única urgente y necesaria para salvar a Siria.

martes, 28 de enero de 2014

De Madrid al suelo: sobre la necesidad de refundar el Estado



Tasio Oliver

Este artículo tiene aproximadamente un año; pero es completamente vigente ;)


Al llegar el mundo daba vueltas y pasaba todo lo conocido por el hueco de una tuerca mohosa. Al llegar la bruma acompaña la mañana, pero la oscuridad del alma es tan espesa que cae y destroza la carne, y hasta el pensamiento. Ese frío que puede tumbar a un hombre, hoy es la patética metáfora de un Estado a punto de colapsar, y no económicamente, y no materialmente, sino espiritual y éticamente.

La brisa que te hiela la garganta. Tras café y charla mañanera en Sevilla, y almuerzo en Córdoba, con dos de esos maestros políticos que he tenido la suerte de conocer, el tren vespertino te sirve para recapacitar: millones de euros en Suiza y una amnistía fiscal que prima el dinero negro y la sinvergonzonería; la cúpula del partido en el poder repartiéndose sobres de dinero desde hace 15 años: ¿a cambio de qué? ¿quiénes pagaban?; la misma cúpula, el mismo partido, con sus mismos próceres y medios de intoxicación llenando la boca de grandes frases huecas (aún hoy, qué patético) contra la corrupción: de otros se entiende; la podredumbre hecha cínica materia de marketing.

La Constitución, intocable en lo Federal, se reforma exactamente para limitar el gasto social, sin preguntarle al pueblo que la ascendió como norma esencial; los partidos que se presentan a las elecciones incumplen sus programas electorales porque no hacen lo que prometieron o incluso justo lo contrario de lo que preconizaban: la soberanía popular mancillada, cercenada, violada, sustituida por los mandatos de grandes corporaciones y organizaciones-internacionales-financieras-no electas, no democráticas, no fiscalizadas. Parece slam, pero es un verso de negra muerte para muchos.

La Casa Real manchada, con las manos llenas de mierda y haciendo escrupulosos mohines de rechazo que apestan al resto de la sociedad… El secretario de las infantas, el duque de las manos sucias, al monarca intercediendo para sus amiguetes… La casa real. Rajoy les tranquiliza, le irá bien a esa familia: ¿qué sabe más que el resto? ¿qué sabe más que los jueces?

Y mientras 6.000.000 de parados; el 55% de los jóvenes; muchas familias con todos sus miembros en paro desde hace más de dos años; la pobreza de nuestros hijos y la corrupción del PP (o del PSOE), son las mismas cosas. Mientras se recortan los mecanismos de emancipación e igualdad que los Estados sociales preveían: menos y peor educación pública; menos y peor sanidad pública; menos y peor políticas sociales… Peores y cada vez más expeditivas condiciones laborales. 

Yo no aguanto más. Nadie aguanta más. El suelo bajo nuestros pies es el techo de las aspiraciones de emancipación y bienestar de todo un país, de varias generaciones de incrédulos españoles que lagrimean murmullando “¿cómo coño es posible tal cantidad de mierda e indecencia?”; no estamos pisando ese suelo: estamos a cuatro metros de lodo bajo él. Yo no aguanto más. Nadie aguanta más.

La derecha empieza con su retahíla de ladridos cuyo ruido y supuestas víctimas propiciatorias pretenden que nada cambie estructuralmente, que nadie se mueva demasiado (transición, ese gran concepto político ahora desvirtuado por completo).

Los ciudadanos esperan dimisiones en masa, graves voces internas que pidan responsabilidades, bajas en la militancia de decenas de miles de miembros del Partido Popular. Pero no se producen. Los ciudadanos esperan detenciones y registros masivos en la sede del PP, pero los furgones policiales que cuantiosamente llegan a Génova miran hacia fuera: defienden los despachos. Ya llegará la justicia (eso esperamos, si no llega será el fin de la seudo-democracia-española-moderna). Los ciudadanos esperan.
 
¿Y la izquierda? Debemos pedir un proceso constituyente: la sociedad merece un nuevo sistema. 30 años han servido para que el egoísmo más simplón y peligroso del neoliberalismo salvaje se haya hecho un hueco esencial en las mentes y corazones de millones de españoles: hay que estirparlo. Nada de regeneración, se regenera el tejido sano: transformación.

Re-organizarnos con nuevas instituciones que respondan a las necesidades políticas de la nueva sociedad: radicalmente democráticas, transparentes y participativas. Una nueva Carta Magna que acomode a las federaciones en el seno de un Estado justo y redistributivo. Un Estado social que ayude a la mayoría de los ciudadanos frente a los abusos del capitalismo salvaje o la desmedida codicia del sistema financiero y seudo-político español.

Una República, donde todos los españoles y españolas seamos exactamente iguales ante la Ley y la Ley sea exactamente la expresión de los valores más nobles de la sociedad; la expresión de las necesidades de la mayoría social.

Una República, la III, que sea Federal, Social y Democrática. Es la única forma de construir un nuevo Estado, levantarnos del suelo, y recuperar la ilusión y la decencia de nuestra democracia. Es la única forma que se me ocurre para poder seguir adelante sin definitivamente dejar de intentarlo... Triste.

lunes, 20 de enero de 2014

De desconfianza política, liderazgos y participación: el caso de las primarias

http://www.izquierdabierta.es/primarias/index.php/survey/index?sid=316487&lang=es 

Pedro Chaves Giraldo, Profesor de Ciencia Política y miembro deEcononuestra.

 

Las cifras que expresan la desconfianza hacia la política, los políticos y los partidos políticos son espectaculares, desconocidas, sin precedentes. Cualquier expresión que usemos se queda corta para dar cuenta de un fenómeno que, no siendo nuevo, ha alcanzado cotas sin parangón. Curiosamente, el malestar ciudadano, el cabreo generalizado con lo que ocurre se ha concentrado en la política por razones diversas: porque se ha percibido la colusión de intereses entre la política y los negocios; porque se ha hecho obvio que una parte de las decisiones políticas obedecen a razones no de interés colectivo sino de triste y siniestro afán privado; porque, cuando se ha expresado una voluntad política distinta, no se ha tardado mucho en comprobar la inanidad del enunciado o la fragilidad real de la propuesta. En este grupo de razones pesa mucho el dominio del mercado, la condición mercadocéntrica de nuestras sociedades y el impacto sobre todo el funcionamiento social e institucional.
Otras razones son una respuesta airada a la corrupción de los partidos, al mangoneo puro y duro. Son miles los sumarios de corrupción en los que están involucrados cargos públicos. Y en todos ellos el cargo público era la llave que habría la puerta del tesoro. El gran tesoro de los enanos sin los riesgos de morir calcinado por los volcánicos rugidos del dragón Smaug. Y ha molestado y cabrea no solo la corrupción, que va de suyo, sino la evidencia de que los partidos cuyos cargos habían sido pillados con las manos en la masa, estaban protegiendo a los mangantes. Y que instituciones que podrían y deberían haber frenado ese vórtice negro de la democracia, o se inhibieron o consintieron o se enriquecieron o las tres cosas a la vez.
Lo terrible ha sido observar como el cáncer de la corrupción ha pervertido la fibra moral de la democracia, ha arruinado la moral republicana imprescindible para poder pensar en democracias de calidad. Y más en nuestro país donde la transición primero y la modernización neoliberal después no dejaron siquiera que esa moral alcanzase la adolescencia. Así se explica que el impacto electoral de la corrupción sea cercano a cero. Aún más, que los chorizos simpáticos y que o bien reparten una parte del botín entre mucha gente y/o bien invierten para que las farolas y las aceras del pueblo estén bonitas, mejoran sus resultados electorales. No se si hace falta poner ejemplos.
Estos elementos han crecido al calor de la burbuja inmobiliaria y el boom económico primero y de la gestión de la crisis después. Pero se alimentan también de cuestiones que son propias de los modelos representativos y de la cultura política de cada país. Decía Alvárez Junco y no sin razón, que el elemento más constante de la cultura política en España era la antipolítica. Pues eso desde finales del XIX, por decir algo.
Por otra parte, los sistemas representativos llevan en su ADN un error de origen. Algo así como un fallo sistémico ineludible. La representación es una mediación basada en dos supuestos que no pueden ser demostrados: la primera es que el representante representa de manera efectiva a los representados. Aquí entraríamos en los problemas de agencia, tan conocidos en la ciencia política y que nos obligan a considerar los intereses específicos de los representantes y sus potenciales conflictos con los intereses de los representados. Además de reconocer que no hay ningún buen procedimiento que garantice al mismo tiempo una deliberación de calidad, la eficacia en la toma de decisiones y la consideración sin exclusiones de los intereses más importantes en nombre de un imaginado bien común.
Por último, todos los procedimientos para convertir en representación los deseos de la comunidad política tramitados a través de procesos electorales, tienen algún problema que, en un punto u otro, desvirtúan la voz de la comunidad política.
Así es que en estas estamos. Los problemas de la representación política más los de la desconfianza han generado un nudo de problemas de difícil solución. Lo único que no es una alternativa es no hacer nada. Los partidos enrocados en lo de siempre o pareciéndolo bajo las más variadas excusas contribuye a reforzar la desconfianza y la desazón.
Conviene no olvidar que la desesperanza, en el contexto de la crisis social que padecemos, es el mejor argumento para el incremento del populismo en cualquiera de sus variantes.
Por eso el vector de la participación, la transparencia y la democracia en el seno de los partidos, sin ser la única respuesta a la desconfianza aparecen como una parte importante y necesaria de la alternativa. La solución a la desconfianza, si es que podemos hablar así, no depende solo de los partidos políticos. Si la crisis es la expresión de lógicas complejas, multidimensionales y trabadas entonces hay varios nudos que desenredar y el de los partidos es uno de ellos.